7.2. LA OPOSICIÓN AL SISTEMA: EL
MOVIMIENTO REPUBLICANO. CATALANISMO, NACIONALISMO VASCO Y REGIONALISMO GALLEGO.
EL MOVIMIENTO OBRERO.
7.2.1. EL MOVIMIENTO REPUBLICANO.
Los
partidos republicanos quedaron excluidos del sistema político de la
Restauración. Dentro del partido republicano había profundas diferencias entre
los federalistas (Pi Y Margall) y los unitarios (Salmerón). Los primeros
recibieron más apoyo de las clases populares. Todos obtuvieron en las
elecciones representación parlamentaria, aunque siempre escasa y en su mayoría
en las ciudades, donde el caciquismo era más limitado al igual que el fraude
electoral.
7.2.2. CATALANISMO.
En
el contexto del Romanticismo de los años treinta, ya había empezado en Cataluña
un movimiento literario y cultural, conocido como Renaixença, que
pretendía recuperar la lengua y la cultura catalana.
El
catalanismo surge en el contexto de la Restauración, como una reacción frente
al carácter centralista del sistema político, poco sensible a las
peculiaridades de los distintos territorios en España. Su principal representante
fue Valentí Almirall, autor de la
obra Lo
Catalanisme (1886), en el que defendía la lucha por la autonomía
política en Cataluña y la defensa a ultranza de las señas de identidad
catalanas. En 1891, varias asociaciones se une para crear la Unió Catalanista en Manresa y allí se
aprueban las bases para la Constitución Regional Catalana, más conocida como Bases de Manresa, es decir, el acta de
nacimiento del nacionalismo catalán.
El
secretario de esas bases, Prat de la
Riba, partidario de participar en el sistema político de la Restauración,
impulsó en 1901 la creación de la Lliga
Regionalista Catalana, un partido conservador que aspiraba a la autonomía
de Cataluña y que contaba en sus bases con amplios sectores de las clases media
y alta catalana.
7.2.3. NACIONALISMO VASCO.
A
diferencia de Cataluña o Galicia, el nacionalismo vasco no podía basarse en
recuperar una lengua o cultura pues el euskera no tenía tradición literaria y
sólo se hablaba en el campo. Su origen estaría en la rápida industrialización
de Vizcaya, especialmente en la siderurgia y en la llegada masiva de
inmigrantes de todas partes de la Península a trabajar en ella. También en la
abolición de los fueros tras la guerra carlista.
El
nacionalismo vasco comienza a rechazar a los maketos, o españoles no vascos que acudían a trabajar a la
industria y empieza a idealizar el pasado vasco y su sociedad tradicional
católica y rural. En 1894, Sabino Arana
funda el Partido Nacionalista Vasco, PNV,
de raíces carlistas y claramente conservador, cuyo lema era “Dios y ley vieja”. No va a recibir, al
principio, el apoyo de la burguesía industrial.
7.2.4. REGIONALISMO GALLEGO.
Igual
que en Cataluña, el regionalismo gallego surgió en el contexto del Romanticismo
y se llamó O Rexurdimento. También
inició su andadura durante la Restauración y, en 1889, Murguía (esposo de Rosalía de Castro) funda la Asociación Regionalista Galega aunque con un desarrollo mucho más
lento y menos arraigo social que en Cataluña o el País Vasco, debido en gran
parte al atraso económico de esta región.
7.2.5. EL MOVIMIENTO OBRERO.
Muchas
asociaciones obreras, cada vez más numerosas gracias a la industrialización, se
reunían en la clandestinidad hasta el gobierno liberal de Sagasta en el que
poco a poco fueron saliendo a la luz hasta ser definitivamente legalizadas en
1887. Los movimientos socialista y anarquista se fueron configurando por
separado:
- En
1879 el tipógrafo Pablo Iglesias funda en la clandestinidad el Partido
Socialista Obrero Español, PSOE, y
en 1888 la Unión General de Trabajadores, UGT.
Ambos fueron menos numerosos que los grupos anarquistas. El programa político
era:
o
La abolición de clases.
o
La transformación de la propiedad individual
en propiedad social.
o
La posesión del poder político por la clase
trabajadora.
El
PSOE asistió a todos los congresos de la Segunda Internacional que establecería
el 1 de mayo como día del obrero y
cuya principal reivindicación era la jornada de ocho horas.
En
1864, un jesuita llamado Antonio Vicent fundó el primer Círculo Católico de Obreros en Manresa, fue un precedente de los
sindicatos católicos. En 1891, el Papa León XIII publica una enciclica, Rerum
novarum, en el que se expresaban los derechos sociales y la posición de
la Iglesia ante la realidad de los obreros tras la revolución industrial. Los sindicatos
católicos fueron menos numerosos que los marxistas o anarquistas.
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