BLOQUE 7. LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA: IMPLANTACIÓN Y
AFIANZAMIENTO DE UN NUEVO SISTEMA POLÍTICO (1874-1902)
7.1.1. TEORÍA Y REALIDAD DEL SISTEMA CANOVISTA: LA INSPIRACIÓN EN EL
MODELO INGLÉS.
La Restauración es el periodo que se
extiende entre 1875, tras el Sexenio
Democrático, y 1931, proclamación de
la II República. La primera etapa corresponde al reinado de Alfonso XII, y la regencia de María Cristina de Habsburgo.
El periodo se caracteriza por un
alejamiento de los militares de la vida política, una estabilidad propiciada
por la nueva Constitución de 1876 y la alternancia pacífica en el poder de dos
partidos políticos. Sin embargo, en la práctica, el dominio recae en una élite
política que se mantiene en el poder gracias a la manipulación electoral y el caciquismo.
La I República concluyó de hecho con
el golpe del general Pavía, que
disolvió las Cortes en enero de 1874 y
estableció un gobierno provisional
encabezado por el general Serrano, en realidad una dictadura. En
diciembre el príncipe Alfonso firmaba el
Manifiesto de Sandhurst, que ofrecía una monarquía dialogante y
constitucional. Cánovas y el futuro
rey querían un regreso pacífico de la monarquía y sin intervención militar.
Pero el general Martínez Campos encabezó
un alzamiento en Sagunto y proclamó rey a Alfonso XII. Se formó un gobierno
provisional dirigido por Cánovas del Castillo. A los pocos días, en enero de
1875, entraba Alfonso en España y se producía la restauración de los
Borbones.
El
modelo político de Cánovas era el británico: se basaba en la existencia de dos grandes partidos que se
turnaran en el poder. Ambos debían aceptar pasar a la oposición si perdían la
confianza del rey o del parlamento, y respetar la obra legislativa de sus
predecesores.
El régimen de la Restauración fue muy
conservador, tanto en el terreno político como sobre todo en el social y
económico. La corona había sido restablecida por políticos conservadores,
hombres de negocios y mandos militares. Todos ellos compartían intereses
comunes: defensa del orden social y la propiedad, el rechazo de fórmulas
republicanas que identificaban con la anarquía, y la unidad de la patria con el
mantenimiento de las colonias. Contó también con la aceptación de las clases medias, temerosas de
los movimientos sociales que se manifestaron durante el Sexenio. Los pilares de
Cánovas serán:
·
El
rey las Cortes como las instituciones más importantes de la nación
española.
· El
bipartidismo y la alternancia en el
poder entre el Partido Conservador
(Cánovas) y el Partido Liberal
(Sagasta). El Partido Conservador se formó como continuador del Partido
Moderado después de la revolución 1868. Excluidos quedaron los carlistas por
anticonstitucionales y los republicanos por antimonárquicos. Los partidos y
asociaciones obreras quedaban también al margen del sistema.
·
Una
Constitución moderada.
7.1.2. LA CONSTITUCIÓN DE 1876 Y EL BIPARTIDISMO.
Como se ha explicado Cánovas fue el creador del sistema de la
Restauración. Pretendía recuperar el prestigio de la monarquía perdido durante
el reinado de Isabel II. Pensaba que la Corona debía compartir la soberanía con
las Cortes, tener amplias competencias y desempeñar un activo papel en la vida
política.
La Constitución debía acoger todas las
tendencias liberales: antiguos moderados, unionistas, progresistas, y
demócratas, con la condición de que aceptasen la monarquía y la alternancia de
gobierno. Quería conseguir una constitución que durase, que permitiera gobernar
a partidos distintos y acabara con el pronunciamiento como vía para llegar al
poder. El ejército tenía que volver a los cuarteles y cumplir su misión
constitucional. A esto ayudó Alfonso XII, un rey con formación militar.
Para elaborar la nueva constitución se
convocaron elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio masculino, como
establecía la Constitución vigente de 1869. El proceso electoral fue manipulado
para garantizar una amplia mayoría a los candidatos del gobierno. Pocos meses
después se aprobaba un texto que recogía las ideas políticas de Cánovas.
La
CONSTITUCIÓN de 1876,
inspirada en la moderada de 1845, establecía, otra vez, una monarquía parlamentaria:
1) La soberanía compartida entre las Cortes y el Rey,
2) Un poder ejecutivo fuerte en el que el Rey intervenía nombrando al Gobierno y ejerciendo el mando supremo del Ejército.
3) Un legislativo bicameral parcialmente sometido al Rey: podía disolver las Cortes, proponer y vetar leyes, nombrar senadores, etc.
4) Declaración de derechos basada (sólo en la teoría, con muchas limitaciones) en la Constitución de 1869.
5) Estado centralista: control del gobierno sobre ayuntamientos y diputaciones y eliminación de fueros.
6) Estado confesional: la religión oficial era la católica y se garantizaba el sostenimiento del culto y el clero. Se admiten otros cultos, siempre que se ajusten a la moral católica y con prohibición de sus manifestaciones públicas.
1) La soberanía compartida entre las Cortes y el Rey,
2) Un poder ejecutivo fuerte en el que el Rey intervenía nombrando al Gobierno y ejerciendo el mando supremo del Ejército.
3) Un legislativo bicameral parcialmente sometido al Rey: podía disolver las Cortes, proponer y vetar leyes, nombrar senadores, etc.
4) Declaración de derechos basada (sólo en la teoría, con muchas limitaciones) en la Constitución de 1869.
5) Estado centralista: control del gobierno sobre ayuntamientos y diputaciones y eliminación de fueros.
6) Estado confesional: la religión oficial era la católica y se garantizaba el sostenimiento del culto y el clero. Se admiten otros cultos, siempre que se ajusten a la moral católica y con prohibición de sus manifestaciones públicas.
El sufragio no queda especificado, por lo que será el partido
gobernante el que decida a través de la ley electoral si debe ser censitario o
masculino. Hasta 1890 la ley
estableció el sufragio restringido, con un cuerpo electoral del 5% de la
población. Las elecciones nunca fueron transparentes. Alcaldes, gobernadores
civiles, caciques y el ministerio de la gobernación se encargaban de fabricar
las mayorías necesarias en cada caso.
7.1.3. EL TURNO DE PARTIDOS, EL CACIQUISMO Y EL FRAUDE ELECTORAL.
Los partidos políticos eran
partidos de notables, sin afiliados ni estatutos, de modo que los vínculos
entre sus miembros se establecía a través de lealtades personales. Las
diferencias ideológicas entre ambos eran escasas, sólo que los liberales eran
más tolerantes con la verdadera oposición (republicanos y el movimiento
obrero), mientras que los conservadores los reprimían por la fuerza.
Todo el engranaje político de Cánovas
era una farsa desde el momento en que
había una alternancia pacífica en el poder, se pactaba qué partido iba a
gobernar y se concedían mutuamente plazos razonables de gobierno. Los cambios
de importancia se mantenían por ambos partidos.
El rey, entonces, según el poder que
le reconocía l Constitución, mandaba formar gobierno al nuevo partido, disolvía
las Cortes y convocaba nuevas elecciones, que debidamente manipuladas,
otorgaban la mayoría parlamentaria para que un partido comenzase a gobernar.
La práctica del caciquismo se articulaba así:
· La
oligarquía, o minoría política
dominante, ministros, senadores, terratenientes, etc. Comunicaban desde Madrid
a los gobernadores civiles de las provincias qué resultados electorales debían
salir.
· En
cada capital e provincia, el gobernador
civil elaboraba la lista de los candidatos (encasillado) que debían
salir.
· En
los pueblos, los caciques locales
recurrían a todo tipo de artimañas para conseguir los votos del pueblo:
amenazas, sobornos, o el pucherazo, es decir, cambiar los
votos en las urnas, añadir votaciones falsas, etc.
El fraude electoral se organizaba de
arriba abajo y en los pueblos era escandaloso. La Restauración supuso
enmascarar un sistema que suponía una vuelta a los antiguos poderes.
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