domingo, 8 de mayo de 2016

Tema 14. Discurso de Manuel Azaña en el Congreso de los Diputados en 1931 (problema religioso)


1.                   Yo (…) me refiero a esto que llaman problema religioso. La premisa de este problema,
2.                   hoy político, la formulo yo de esta manera: España ha dejado de ser católica; el problema político
3.                   consiguiente es organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta fase nueva e
4.                   histórica del pueblo español. Yo no puedo admitir, señores diputados, que a esto se le llame
5.                   problema religioso. El auténtico problema religioso no puede exceder los límites de la conciencia
6.                   personal, porque es en la conciencia personal donde se formula y se responde la pregunta sobre
7.                   el misterio de nuestro destino. Este es un problema político, de constitución del Estado, y es
8.                   ahora precisamente cuando este problema pierde hasta las semejas de religión, de religiosidad,
9.                   porque nuestro Estado, a diferencia del Estado antiguo, que tomaba sobre sí la tutela de las
10.               conciencias (…), excluye toda preocupación ultraterrena y todo cuidado de la fidelidad, y quita a
11.               la Iglesia aquel famoso brazo secular que tantos y tan grandes servicios le prestó. Se trata
12.               simplemente de organizar el Estado español con sujeción a las premisas que acabo de
13.              establecer (…)”.



Este texto está realizado por Manuel Azaña que era un representante de las fuerzas de izquierdas del momento por lo tanto el texto es una fuente primaria y de forma narrativa, porque trata de informar de una realidad de su actualidad haciendo referencia a momentos históricos y hechos concretos para hacer llegar su mensaje. Es de carácter público y va dirigido en primer lugar a los diputados en Cortes y en un segundo lugar a toda la nación.

El objetivo del equipo de gobierno era la de reducir el poder económico y social de la Iglesia católica. En 1931 había en España casi 110.000 religiosos, 32.600 del clero secular y 77.000 del regular, pertenecientes a 42 órdenes masculinas y 178 femeninas; la proporción de religiosos por habitantes (uno cada 493) era la más alta del mundo después de la de Italia; la Iglesia tenía aparte de propiedades clericales también personales dentro del Patrimonio de la Iglesia; además, de acuerdo con el Concordato de 1851, el Presupuesto del Estado era el sostenedor de este Patrimonio, a lo que se añadían las aportaciones de los fieles y las rentas. Sin embargo, la importancia de la Iglesia iba mucho más allá de sus recursos económicos y humanos; su influencia radicaba en la autoridad moral sobre la población, en la bien organizada red de instituciones culturales y benéficas, de medios de comunicación y la participación mayoritaria en el sistema educativo.
El autor Manuel Azaña nació en 1880 en Alcalá de Henares, y murió en 1940 en Francia. Fue un político y escritor español que desempeñó los cargos de Presidente del gobierno en dos ocasiones (1931 y 1936), y Presidente de la República desde 1936 hasta 1939. Opuesto a la dictadura de Primo de Rivera, participó en el Pacto de San Sebastián que debía acabar con la monarquía Alfonsina. Tras la proclamación de la Segunda República comenzó su etapa política de mayor relevancia, siendo el político más importante de este período histórico. Es importante hablar de lo que significó para la época en la vivió ya que fue uno de los principales representantes de la izquierda republicana y fundador de Izquierda Republicana (1934).
Azaña da a entender que el contenido del texto es político en vez de puramente religioso de la línea 1 al principio de la 5. En esta parte del texto Manuel Azaña quiere dar su punto de vista sobre el asunto dejando claro que es un problema político porque España ha dejado de ser católica y por lo tanto no necesita conformar el Estado junto a la Iglesia. De la línea 5 al principio de la línea 7 está buscando reforzar la idea anterior dándole un significado más personal y menos estatal al problema religioso de la época, el cual hace un tema secundario de este. De la línea 7 a la línea 13 coge el tema de manera directa y deja claro que el problema no tiene nada que ver con la religión sino político, sobre la constitución del nuevo Estado haciendo referencia al antiguo Estado (Antiguo Régimen). Un punto importante de estas líneas es que contrapone dos modos de vida diferentes: el antiguo, en el que la religión no sólo estaba presente en la vida de los creyentes sino en la vida de todos los componentes del Estado (costumbres, vestimenta, trabajo, leyes etc.); frente al nuevo Estado, que pretende que desaparezca la religión de la configuración del Estado para que no haya nada más por encima de este, y que las preocupaciones de la población sean más directas y se tomen más en cuenta sin despreciar a la Iglesia reconociendo sus méritos pasados.

El texto representa la preocupación de Manuel Azaña por la influencia católica en el Estado y su voluntad de cambiarla quitándole relevancia en la política, que sea la política la que supedite a la Iglesia y no al revés.

Sara García

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