BLOQUE 6. LA CONFLICTIVA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL
(1833-1874)
6.2. EL TRIUNFO Y
CONSOLIDACIÓN DEL LIBERALISMO EN EL REINADO DE ISABEL II: LOS PRIMEROS PARTIDOS
POLÍTICOS; EL PROTAGONISMO POLÍTICO DE LOS MILITARES; EL PROCESO
CONSTITUCIONAL; LA LEGISLACIÓN ECONÓMICA DE SIGNO LIERAL; LA NUEVA SOCIEDAD DE
CLASES.
6.2.1.
El triunfo y consolidación del liberalismo en el reinado de Isabel II: los
primeros partidos políticos.
A
comienzos del reinado de Isabel II, durante la regencia de María Cristina
(1833-1840), surgieron los dos primeros partidos políticos: el Partido Moderado y el Partido
Progresista.
Durante
el reinado efectivo de Isabel (I843-1868), aparecieron otros dos nuevos
partidos; el Partido Demócrata y la
Unión Liberal.
Además
continuó el carlismo, más como una
ideología que como un partido en sentido estricto.
·
Partido
Moderado: surge de los liberales moderados del Trienio Liberal o doceañistas y se organizaron en 1834. Durante la regencia de María
Cristina apoyaron a Isabel II frente a los carlistas. Son partidarios de la soberanía
compartida entre el rey las Cortes, así como de dotar al rey de amplios
poderes y limitar los derechos individuales de los ciudadanos. Defendían el
sufragio censitario y contaba con los el apoyo de los sectores sociales
de mayor nivel económico: grandes terratenientes, alta burguesía y clase media
alta. Uno de sus primeros ideólogos fue Martínez de la Rosa aunque su principal
líder fue el general Narváez. Tras
la revolución de 1868 perderán todo el poder.
·
Partido
Progresista: surge también durante el Trienio Liberal pero de los exaltados o veinteañistas y se organizan en 1838. Son partidarios de la soberanía
nacional, representada en las Cortes, cuyo protagonismo político debía limitar
el poder del rey. Contaba con el apoyo de la pequeña y mediana burguesía,
las clases medias y todos los que aspiraban a llevar las reformas lo más lejos
posible. Entre sus principales dirigentes se encontraban Mendizábal y el
general Espartero. En 1869 cambian
su nombre por Partido Radical.
·
Partido
Demócrata: surge de una escisión del Partido Progresista
en 1849. Integraba a progresistas radicales, republicanos y simpatizantes del
incipiente socialismo. En su Manifiesto
de 1849 defendían la soberanía nacional y el sufragio universal. La
libertad de conciencia, el derecho a reunión y asociación, la educación primaria
universal y gratuita y la intervención estatal para mejoras, asistencia social
y abolición de las quintas. Querían una base formada por las clases populares,
sin descartar a reputados intelectuales. En él, militaron Emilio Castelar o Francisco
Pi y Margall.
·
La
Unión Liberal: se crea en 1858 como partido de centro; se conforma con el ala derecha del
Partido Progresista y el ala izquierda del Moderado, por tanto no tenían una
ideología concreta. Buscaban conservar la monarquía pero alejada de las ideas
absolutistas, abogaban por una soberanía compartida, reformar la administración
pública e invertir en obras públicas por el Estado. Su líder fue el general O´Donell.
6.2.2.
El protagonismo político de los militares.
La
presencia militar en la vida política española del siglo XIX será una constante
que parte del protagonismo de los militares en las guerras carlistas. Los generales,
conocidos como “espadones”, Espartero,
Narváez, O’Donnell, Serrano o Prim, fueron conscientes de su importante
papel para establecer los cimientos del liberalismo, encontrando en los dos
grandes partidos políticos, el moderado y el progresista, así como luego en la
Unión Liberal, un lugar destacado.
El pronunciamiento vendría a ser una
sublevación militar para realizar un cambio de poder o rectificar la línea
política del gobierno de turno. El término de pronunciamiento surgió cuando Riego se pronunció en Cabezas de San
Juan contra el régimen absolutista restaurado de Fernando VII en 1820. Tras el Trienio Liberal destacó
también el del liberal Torrijos en 1831.
Durante
la regencia de María Cristina destacó el motín de los sargentos de la Granja en agosto de 1836, que servirá
para que un grupo de oficiales obliguen a la regente a restablecer la
Constitución de 1812 y a derogar el Estatuto de 1834 durante un breve periodo
de tiempo.
Los
progresistas recurrieron a los pronunciamientos para intentar conquistar el
poder durante la Década Moderada en el período inicial del reinado
efectivo de Isabel II. Al final, el pronunciamiento de O’Donnell y Dulce, conocido como la Vicalvarada (1854), terminó con el domino moderado y permitió el
acceso de los progresistas al gobierno durante dos años, de 1854 a 1856, será
el Bienio Progresista. Este pronunciamiento puede ser considerado como
paradigmático por la clara combinación de elementos militares y civiles, con un
programa condensado en el Manifiesto de
Manzanares y gran apoyo de la opinión pública, cansada de una larga etapa de
gobiernos moderados. Lo dirigió el general progresista Serrano y entre sus
principios estaba la disolución de la camarilla palaciega; nuevos impuestos y
la implantación de la Milicia Nacional. Tuvo una rápida difusión gracias al
telégrafo:
Nosotros queremos la conservación del trono,
pero sin camarilla que lo deshonre; queremos la práctica rigurosa de las leyes
fundamentales, mejorándolas, sobre todo la electoral y la de imprenta; queremos
la rebaja de los impuestos, fundada en una estricta economía; queremos que se
respeten en los empleos militares y civiles la antigüedad y los merecimientos;
queremos arrancar los pueblos a la centralización que los devora, dándoles la
independencia local necesaria para que conserven y aumenten sus intereses
propios, y como garantía de todo esto queremos y plantearemos, bajo sólidas
bases, la Milicia Nacional. Tales son nuestros intentos, que expresamos
francamente, sin imponerlos por eso a la nación.
La
época de la Unión Liberal sería la más tranquila en lo que se refiere a
pronunciamientos pero la etapa final del reinado de Isabel II resucitó la
inestabilidad y se dieron muchos pronunciamientos, teniendo Prim un destacado protagonismo en los
mismos. Tras la revolución Gloriosa
de 1868 el pronunciamiento de Martínez
Campos a finales de 1874 será considerado como el último gran
pronunciamiento del siglo XIX.
6.2.3.
El proceso constitucional.
Nos
remitimos a los apuntes. En este apartado hablamos de:
·
El
Estatuto Real de 1834. Regencia de Mª Cristina. Es una Carta
Otorgada que no reconocía la soberanía nacional, ni las libertades políticas,
ni la división de poderes y que dejaba el poder legislativo en manos del rey.
·
La
Constitución de 1837. Fruto del pronunciamiento progresista de
los Sargentos en la Granja es más moderada que la de 1812 a pesar de que
suprimía la obligación de pagar el diezmo a la Iglesia y desamortizaba sus
bienes; eliminaba las aduanas interiores y disolvía los gremios.
·
La
Constitución de 1845. Durante el reinado efectivo de Isabel II
y como
modelo de Constitución conservadora.
6.2.4.
La legislación económica de signo liberal; la nueva sociedad de clases.
Tres
van a ser las principales medidas de signo liberal en España:
1. La liberalización de la tierra.
Para ello era necesario:
a. Suprimir el régimen señorial: La
constitución de 1837 anulaba todos los derechos señoriales de carácter feudal y
trasformaba los señoríos en propiedades libres. No obstante, la propiedad
siguió en manos de los antiguos señores y no de los campesinos que trabajaban
la tierra.
b. Suprimir los mayorazgos,
desvinculando la propiedad para que en los sucesivo el titular pudiera
venderlas, donarlas o incluso perderlas si eran embargadas por deudas.
c. Desamortizar o
expropiar por parte del Estado las tierras eclesiásticas o municipales para su
venta en subasta pública. Para compensar el patrimonio confiscado a la Iglesia,
el Estado se hacía cargo de los gastos del culto y del clero.
i. La desamortización eclesiástica de
Mendizábal (1837-1849) se va a llevar a cabo durante el
gobierno progresista de la regencia de Mª Cristina. En 1835 se disolvieron las
órdenes religiosas en España (salvo las dedicadas a los enfermos o la
enseñanza) y se nacionalizaron sus bienes. No se aprovechó la venta para
repartir tierras entre los campesinos, por el contrario, se intentó sanear la
Hacienda y la deuda pública y financiar los gastos de la primera guerra
carlista.
ii. La desamortización general de Madoz
(1855-1867) se va a llevar a cabo durante el reinado
efectivo de Isabel II, en el bienio progresista. En 1855 se ponen a la venta
las tierras que aún le quedaban a la Iglesia y las propiedades comunales de los
municipios. La segunda guerra carlista no generó tanto gasto por lo que, además
de reducir la duda pública, el dinero se invirtió en financiar la red de ferrocarril
en España.
2. La reforma de la Hacienda en 1845 por
el ministro Alejandro Mon para
establecer un sistema fiscal moderno y racional y en la que todos los
ciudadanos estaban obligados a contribuir. Se crean los impuestos directos,
indirectos y se sientan las bases para una posible recuperación de la Hacienda
y que el estado pudiese empezar a invertir en obras públicas. Esta reforma se
mantendrá hasta 1900.
3. La Ley de Ferrocarriles de 1855 con
el fin de poder impulsar el proceso industrial en España y salir de una
economía basada en una agricultura atrasada. El ejemplo estaba en Gran Bretaña
o Alemania cuyas redes ferroviarias están revolucionando los medios de
transporte y potenciando, a su vez, el comercio. En 1848 se pone en marcha la primera línea entre Barcelona y Mataró. La ley permitía la entrada de material y
capital extranjero al que se le daba todo tipo de facilidades para poder
invertir en la construcción de la red ferroviaria.
6.2.5.
Los cambios sociales.
Lo
fundamental con los cambios políticos acaecidos fue la transformación de una
sociedad estamental a la actual sociedad
de clases propia de un sistema capitalista. La población se clasificará en
clase alta-media-baja según su renta y se existe la movilidad vertical, es decir, se puede subir o bajar de clase.
La alta nobleza conservó sus títulos
aunque perdió sus privilegios, el conservar la propiedad de la tierra les
permitió seguir siendo el grupo dominante en la sociedad. También la alta burguesía salió beneficiada al
poder comprar tierras antes amortizadas y al poder invertir su capital en el
ferrocarril o en el reciente desarrollo de la industria.
Las clases medias fueron un grupo menos
numeroso que en otros países de Europa, lo integraba la pequeña burguesía,
funcionarios y profesionales liberales.
El campesinado era la mayoría de la
población, jornaleros que llevaban unas duras condiciones de vida y que en un
futuro, no muy lejano, serán un foco de conflictos. No se les reconoció sus
derechos sobre las tierras feudales, ni pudieron pujar en las subastas de las
tierras desamortizadas para poder pasar a ser propietarios.
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