miércoles, 18 de enero de 2017

6.2. El triunfo y consolidación del liberalismo en el reinado de Isabel II

BLOQUE 6. LA CONFLICTIVA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1874)
6.2. EL TRIUNFO Y CONSOLIDACIÓN DEL LIBERALISMO EN EL REINADO DE ISABEL II: LOS PRIMEROS PARTIDOS POLÍTICOS; EL PROTAGONISMO POLÍTICO DE LOS MILITARES; EL PROCESO CONSTITUCIONAL; LA LEGISLACIÓN ECONÓMICA DE SIGNO LIERAL; LA NUEVA SOCIEDAD DE CLASES.
6.2.1. El triunfo y consolidación del liberalismo en el reinado de Isabel II: los primeros partidos políticos.
A comienzos del reinado de Isabel II, durante la regencia de María Cristina (1833-1840), surgieron los dos primeros partidos políticos: el Partido Moderado y el Partido Progresista.
Durante el reinado efectivo de Isabel (I843-1868), aparecieron otros dos nuevos partidos; el Partido Demócrata y la Unión Liberal.
Además continuó el carlismo, más como una ideología que como un partido en sentido estricto.
·         Partido Moderado: surge de los liberales moderados del Trienio Liberal o doceañistas y se organizaron en 1834. Durante la regencia de María Cristina apoyaron a Isabel II frente a los carlistas. Son partidarios de la soberanía compartida entre el rey las Cortes, así como de dotar al rey de amplios poderes y limitar los derechos individuales de los ciudadanos. Defendían el sufragio censitario y contaba con los el apoyo de los sectores sociales de mayor nivel económico: grandes terratenientes, alta burguesía y clase media alta. Uno de sus primeros ideólogos fue Martínez de la Rosa aunque su principal líder fue el general Narváez. Tras la revolución de 1868 perderán todo el poder.
·         Partido Progresista: surge también durante el  Trienio Liberal pero de los exaltados o veinteañistas y se organizan en 1838. Son partidarios de la soberanía nacional, representada en las Cortes, cuyo protagonismo político debía limitar el poder del rey. Contaba con el apoyo de la pequeña y mediana burguesía, las clases medias y todos los que aspiraban a llevar las reformas lo más lejos posible. Entre sus principales dirigentes se encontraban Mendizábal y el general Espartero. En 1869 cambian su nombre por Partido Radical.
·         Partido Demócrata: surge de una escisión del Partido Progresista en 1849. Integraba a progresistas radicales, republicanos y simpatizantes del incipiente socialismo. En su Manifiesto de 1849 defendían la soberanía nacional y el sufragio universal. La libertad de conciencia, el derecho a reunión y asociación, la educación primaria universal y gratuita y la intervención estatal para mejoras, asistencia social y abolición de las quintas. Querían una base formada por las clases populares, sin descartar a reputados intelectuales. En él, militaron Emilio Castelar o Francisco Pi y Margall.
·         La Unión Liberal: se crea en 1858 como partido de centro; se conforma con el ala derecha del Partido Progresista y el ala izquierda del Moderado, por tanto no tenían una ideología concreta. Buscaban conservar la monarquía pero alejada de las ideas absolutistas, abogaban por una soberanía compartida, reformar la administración pública e invertir en obras públicas por el Estado. Su líder fue el general O´Donell.

6.2.2. El protagonismo político de los militares.
La presencia militar en la vida política española del siglo XIX será una constante que parte del protagonismo de los militares en las guerras carlistas. Los generales, conocidos como “espadones”, Espartero, Narváez, O’Donnell, Serrano o Prim, fueron conscientes de su importante papel para establecer los cimientos del liberalismo, encontrando en los dos grandes partidos políticos, el moderado y el progresista, así como luego en la Unión Liberal, un lugar destacado.
El pronunciamiento vendría a ser una sublevación militar para realizar un cambio de poder o rectificar la línea política del gobierno de turno. El término de pronunciamiento surgió cuando Riego se pronunció en Cabezas de San Juan contra el régimen absolutista restaurado de Fernando VII en 1820. Tras el Trienio Liberal destacó también el del liberal Torrijos en 1831.
Durante la regencia de María Cristina destacó el motín de los sargentos de la Granja en agosto de 1836, que servirá para que un grupo de oficiales obliguen a la regente a restablecer la Constitución de 1812 y a derogar el Estatuto de 1834 durante un breve periodo de tiempo.
Los progresistas recurrieron a los pronunciamientos para intentar conquistar el poder durante la Década Moderada en el período inicial del reinado efectivo de Isabel II. Al final, el pronunciamiento de O’Donnell y Dulce, conocido como la Vicalvarada (1854), terminó con el domino moderado y permitió el acceso de los progresistas al gobierno durante dos años, de 1854 a 1856, será el Bienio Progresista. Este pronunciamiento puede ser considerado como paradigmático por la clara combinación de elementos militares y civiles, con un programa condensado en el Manifiesto de Manzanares y gran apoyo de la opinión pública, cansada de una larga etapa de gobiernos moderados. Lo dirigió el general progresista Serrano y entre sus principios estaba la disolución de la camarilla palaciega; nuevos impuestos y la implantación de la Milicia Nacional. Tuvo una rápida difusión gracias al telégrafo:
Nosotros queremos la conservación del trono, pero sin camarilla que lo deshonre; queremos la práctica rigurosa de las leyes fundamentales, mejorándolas, sobre todo la electoral y la de imprenta; queremos la rebaja de los impuestos, fundada en una estricta economía; queremos que se respeten en los empleos militares y civiles la antigüedad y los merecimientos; queremos arrancar los pueblos a la centralización que los devora, dándoles la independencia local necesaria para que conserven y aumenten sus intereses propios, y como garantía de todo esto queremos y plantearemos, bajo sólidas bases, la Milicia Nacional. Tales son nuestros intentos, que expresamos francamente, sin imponerlos por eso a la nación.
La época de la Unión Liberal sería la más tranquila en lo que se refiere a pronunciamientos pero la etapa final del reinado de Isabel II resucitó la inestabilidad y se dieron muchos pronunciamientos, teniendo Prim un destacado protagonismo en los mismos. Tras la revolución Gloriosa de 1868 el pronunciamiento de Martínez Campos a finales de 1874 será considerado como el último gran pronunciamiento del siglo XIX.
6.2.3. El proceso constitucional.
Nos remitimos a los apuntes. En este apartado hablamos de:
·         El Estatuto Real de 1834. Regencia de Mª Cristina. Es una Carta Otorgada que no reconocía la soberanía nacional, ni las libertades políticas, ni la división de poderes y que dejaba el poder legislativo en manos del rey.
·         La Constitución de 1837. Fruto del pronunciamiento progresista de los Sargentos en la Granja es más moderada que la de 1812 a pesar de que suprimía la obligación de pagar el diezmo a la Iglesia y desamortizaba sus bienes; eliminaba las aduanas interiores y disolvía los gremios.
·         La Constitución de 1845. Durante el reinado efectivo de Isabel II y como
modelo de Constitución conservadora.
6.2.4. La legislación económica de signo liberal; la nueva sociedad de clases.
Tres van a ser las principales medidas de signo liberal en España:
1.    La liberalización de la tierra. Para ello era necesario:
a.    Suprimir el régimen señorial: La constitución de 1837 anulaba todos los derechos señoriales de carácter feudal y trasformaba los señoríos en propiedades libres. No obstante, la propiedad siguió en manos de los antiguos señores y no de los campesinos que trabajaban la tierra.
b.    Suprimir los mayorazgos, desvinculando la propiedad para que en los sucesivo el titular pudiera venderlas, donarlas o incluso perderlas si eran embargadas por deudas.
c.    Desamortizar o expropiar por parte del Estado las tierras eclesiásticas o municipales para su venta en subasta pública. Para compensar el patrimonio confiscado a la Iglesia, el Estado se hacía cargo de los gastos del culto y del clero.
                                          i.    La desamortización eclesiástica de Mendizábal (1837-1849) se va a llevar a cabo durante el gobierno progresista de la regencia de Mª Cristina. En 1835 se disolvieron las órdenes religiosas en España (salvo las dedicadas a los enfermos o la enseñanza) y se nacionalizaron sus bienes. No se aprovechó la venta para repartir tierras entre los campesinos, por el contrario, se intentó sanear la Hacienda y la deuda pública y financiar los gastos de la primera guerra carlista.
                                        ii.    La desamortización general de Madoz (1855-1867) se va a llevar a cabo durante el reinado efectivo de Isabel II, en el bienio progresista. En 1855 se ponen a la venta las tierras que aún le quedaban a la Iglesia y las propiedades comunales de los municipios. La segunda guerra carlista no generó tanto gasto por lo que, además de reducir la duda pública, el dinero se invirtió en financiar la red de ferrocarril en España.
2.    La reforma de la Hacienda en 1845 por el ministro Alejandro Mon para establecer un sistema fiscal moderno y racional y en la que todos los ciudadanos estaban obligados a contribuir. Se crean los impuestos directos, indirectos y se sientan las bases para una posible recuperación de la Hacienda y que el estado pudiese empezar a invertir en obras públicas. Esta reforma se mantendrá hasta 1900.
3.    La Ley de Ferrocarriles de 1855 con el fin de poder impulsar el proceso industrial en España y salir de una economía basada en una agricultura atrasada. El ejemplo estaba en Gran Bretaña o Alemania cuyas redes ferroviarias están revolucionando los medios de transporte y potenciando, a su vez, el comercio. En 1848 se pone en marcha la primera línea entre Barcelona y Mataró. La ley permitía la entrada de material y capital extranjero al que se le daba todo tipo de facilidades para poder invertir en la construcción de la red ferroviaria.
6.2.5. Los cambios sociales.
Lo fundamental con los cambios políticos acaecidos fue la transformación de una sociedad estamental a la actual sociedad de clases propia de un sistema capitalista. La población se clasificará en clase alta-media-baja según su renta y se existe la movilidad vertical, es decir, se puede subir o bajar de clase.
La alta nobleza conservó sus títulos aunque perdió sus privilegios, el conservar la propiedad de la tierra les permitió seguir siendo el grupo dominante en la sociedad. También la alta burguesía salió beneficiada al poder comprar tierras antes amortizadas y al poder invertir su capital en el ferrocarril o en el reciente desarrollo de la industria.
Las clases medias fueron un grupo menos numeroso que en otros países de Europa, lo integraba la pequeña burguesía, funcionarios y profesionales liberales.

El campesinado era la mayoría de la población, jornaleros que llevaban unas duras condiciones de vida y que en un futuro, no muy lejano, serán un foco de conflictos. No se les reconoció sus derechos sobre las tierras feudales, ni pudieron pujar en las subastas de las tierras desamortizadas para poder pasar a ser propietarios.

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